lunes, 25 de mayo de 2009

Salida 24/05/09

Como si de los cuatro jinetes de la apocalipsis se tratara (en este caso cinco), y con la ausencia de nuestro director de etapas. Montados sobre nuestros rocines de dos ruedas, galopábamos hacia la conquista de nuevos horizontes.

Con la firmeza de saber hacia donde nos dirigíamos culminamos la primera parte de nuestro ciclo. El ascenso hasta "La Ra", donde tuve que pagar el tributo del ascenso, (y de no sacar el pie de los pedales a tiempo) apoyando mis posaderas y en general todo mi costado izquierdo sobre las formaciones rocosas esculpidas caprichosamente por la naturaleza y que se clavaron en varias partes de mi cuerpo marcándome con su sello como si de ganado se tratase.



Peor parte se llevo este pobre zorro, que quizás por una mala señalización, quizás por un conductor que circulaba demasiado rápido, quizás porque cada vez estamos reduciendo más y más el espacio vital de los animales, quizás... por no se cuantas miles de cosas más, que al fin y al cabo solo son escusas, la realidad es que cada día hay mas animales muertos en las carreteras y como dijo El Jefe Indio Noah Seattle, en su proclama allá por 1854 ...



... como podéis comprar o vender el cielo, o el calor de la tierra ... ni el frescor del aire, ni el brillo del agua son nuestros, ¿como podrían ser comprados? ... la hoja verde, la playa arenosa, la niebla en el bosque ... somos una parte de ella y la flor perfumada, el ciervo, el caballo y el águila son nuestros hermanos ... ¿Que puede ser el hombre sin los animales? Si los animales desapareciesen el hombre moriría en una gran soledad, todo lo que le pasa a los animales muy pronto le sucederá también al hombre, todas las cosas están ligadas, debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre, todo lo que le ocurre a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra, si los hombres escupen en el suelo se escupen así mismos... la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra...

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Tras la denuncia ecológica anterior y volviendo a la etapa, una vez llegados a Galilea el almuerzo era inminente y el estomago fue más rápido que la fotografía.

Solo quedo fijado un instante de tristeza en el papel de aluminio y dos rodajas de embutido que solo viréis si accedéis al álbum completo, pues comparando la imagen con la de otras etapas da pena verla, pudiendo llegar a confundir.




Tras el brevísimo periodo de asueto y ante la amenaza de inminente lluvia comenzaba el tiempo de pedaleo y como no, la verdadera etapa, pues hasta ahora todo iba sobre ruedas. Y ya era hora de que diese comienzo la aventura. Todo comenzó por un leve fallo en las coordenadas N y W de nuestro moderno GPS, que se salto un cruce y como es habitual nos llevo a nuestro camino de tantas y tantas etapas, sí. Que lo conocéis, el camino que no lleva a ninguna parte y del que salir es casi imposible.

Tras ascender casi hasta el cielo y por evitar los tramos de asfalto nos vimos ante la tesitura de atravesar los campos y que no nos pillase el aldeano o actuar como debíamos y cruzar por las zonas más hostiles y difíciles pagando el precio de los errores. Y sin pensarlo dos veces Jandro se tiró por el barranco, pues la vuelta atrás no estaba en nuestros planes.



Y como si del cuento de "Alicia en el país de las maravillas" se tratase seguimos al conejo, que (valiente Cabrón) nos guió por la senda que no era senda, a la salida que no era salida, y que para cuando quisimos darnos cuenta, habiamos caido por el agujero hasta el centro de la tierra y la vuelta atrás era una utopía.



Además ninguno estábamos dispuestos a retroceder pues como buenos infantes nunca retrocedemos, si acaso alguna vez, damos media vuelta y seguimos avanzando.



Pero aún no siendo el tramo mas complicado por donde, (como buenos tri-atletas), nos hemos dejado caer, sí que fácil, tampoco vamos a decir que era.

Para celebrar el día de las caídas la caprichosa rueda delantera de mi bicicleta quiso comprobar la profundidad de un hoyo que tapado por unas plantas como de un metro de altura, espinosas, con hojas lisas terminadas en púas y flores amarillas, que son ideales para pinchar las ruedas de las bicicletas y que rotaron mi cuerpo como si de una campaña se tratara dejando la bicicleta incada por los salientes del manillar, igual que un Miura cuando sale a la arena y en un envite se queda clavado en el suelo.




Como pago a la andanza todas las bicicletas acabaron pinchadas, teniendo que hacer la cura de emergencia en alguna de ellas y el resto pudimos llegar hasta casa a base de inflar la rueda en algunos casos y otros tuvimos más suerte pudiendo llegar hasta el final.




Pero no sin antes recibir el agradecimiento de Michelin y Bridgestone que nos hacen pasar por taquilla y comprar nuevas cámaras, no todo iba a ser malo.



Sin más y a la espera de sus comentarios, atentamente se despide...
Su Rebelde.
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No te preocupes Luis Ma, que todo pasa y en dos semanitas ya estas otra vez como nuestro particular, Cristóbal Colón descubriendo nuevos mundos.

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